miércoles, 27 de enero de 2010

Ansía de trampa y poder

Todo ocurrió muy rápido.


Demasiado rápido, condenadamente rápido.


Sonriendo, levantó una mano, pronunciando unas palabras incomprensibles para Lilith y para Grone.


Unas palabras que provocaron que aque fuego se desvaneciera.


Con una sonrisa encantadora, susurró para sí:


-Ya sabes lo que tienes que hacer.


Una especie de flash inundó la sala, como un aura aterradora que explotó en una explosión de luz que dio la vuelta a la tortilla en un solo instante. Un prodigio, la verdad.


Cuando la luz desapareció, se pudo ver al chico acercándose a Lilith, que estaba atada a la pared por...cadenas de hielo, que se aferraban a ella como si fueran cadenas de sangre y que le susurraban sus secretos, los deseos del muchacho.


Grone no sabía que hacer, a cada segundo que pasaba se desesperaba más y más y miraba de un lado para otro, muy nervioso, mientas Ivette, que estaba atada a su espalda por cuerdas de hielo,respiraba hondo y no los dejaba de mirar, intentando recordar...


-Ha sido tan fácil...


Lilith le miraba furiosa, pero no se atrevía a decir nada.


El muchacho le acarició la barbilla con un dedo.


No hizo ni caso a los otros dos, nada aparte de lanzarle a Ivette una misteriosa mirada de soslayo.


-Del fuego al hielo....jajaja¿a qué es divertido?


Riendo, le susurró a Lilith:


-Una bruja sin sus hilos no puede hacer nada..¿a qué no?


-Bueno, ¿qué nos vas a hacer?-le dijo Ivette, algo impaciente.


-Mmmm... mejor no os lo digo, me gusta mantener la intriga...


-Ya lo veo....-Grone temblaba furioso, e Ivette secretamente se admiraba de su audacia. A ella también le gustaba la intriga.


Pero más le gustaba la sorpresa.


Así que, sin decirle nada a nadie, comenzó a cantar






La magia es vida


y la vida es poder


un poder que trae sorpresas inimaginables


sorpresas que te llevan a un cículo vicioso


al fin de tu estúpido juego


haz algo mejor


dime lo que sabes hacer


saca lo mejor de ti


intenta superarme


te reto a esta partida


juega conmigo a este juego peligroso


a un sinsentido para los demás


sácale partido, lucha, pierde


y dános el premio


sabes lo que queremos


danos las respuestas


tras esta partida


¿puede haber algo más peligroso


tras estos muros?


¿Más peligroso que


lo que nos deparas a nosotros?


¿O quizás... lo que está en mis manos?


Todo esto lo cantó en un idioma desconocido. Ni Lilith ni Grone la entendieron pero el chico sí. Y retrocedió maravillado, que no asustado, esperando que pasara lo que tenía que pasar.


El hielo se desvaneció tal como había llegado, segundo a segundo, trocito a trocito.


Lilith cayó al suelo, al ser liberada.


Otro flash de luz inundó la sala, pero esta vez era un flash violeta, una extraña tonalidad violeta con la que se levantó un extraño viento que traía trocitos de aquella misteriosa magia.


Entonces rodearon al muchacho, envolviéndole dulcemente en sus garras.


Haciéndolo volar, haciendo que viera cosas que nadie más podía ver. Ni hermosas ni horribles, sólo dos opciones.


La locura o la muerte.


¿Quién puede decir que son horribles? La muerte y la locura son hermosas, es difícile s elegir quién más.


Difícil cuando tus ojos estáqn ciegos, pero cuando las tienes delante de tí...cuando estás obligado a tomar esa decisión abres los ojos y las ves.


Eso es lo que vio el muchacho y así se sentía. Sí....la muerte es la más hermosa...pero no debo, no debo hacerlo...¡maldita sea, no debo!


Pero era necesario, necesario para seguir jugando a ese estúpido juego, o para rendirse porque si escogía, si ni resistía saldría perdiendo...sí, mejor rendirse...


Pero noi lo soltaba, no quería soltarlo y se sentía cada vez más desesperado.


¡SUELTAME!


Por suerte, sus plegarias fueron escuchadas.


La presión fue cediendo, aquellas voces que le susurraban secretos extraños se desvanecieron y aquella magia desapareció rápidamente, en diez segundos, como el final de una larga función.


Suspirando de alivio, vio a Ivette acercarse. Se quedó allí quieto, esperando.


La joven le susurró al oído.


-¿Qué, quieres más? Esto no es nada comparado con lo que de veras SÉ hacer.


-Esto...de acuerdo, podéis seguir vuestro camino-no tenía más remedio que ceder.


Se soltó de Ivette y una puerta se abrió ante ellos. Se echó atrás hasta que se lo tragó la oscuridad...


Y los tres siguieron su camino.


-Ha sido increíble-dijo Ivette-por un momento pensé que ese chico sería primo mío o algo así.


Les miró a ambos esperando algún comentario, pero ambos estaban muy callados y nerviosos,a la vez que maravillados.


-¿Qué os pasa?


-No sabíamos que fueses...una Wasenbell


-No esperaba que lo supieráis. Casi nadie lo sabe-soltó una alegre carcajada.


-¡Silencio, que nos van a oír!


-¡Lo dudo!-susurró Ivette-¡Esto está bastante muerto!


Pero no dijo nada más. Siguieron caminando, buscando la salida. Sus pasos resonaban por el pasillo, todo estaba sumido en un incómodo silencio, que sin embargo aliviaba.


Mejor solos que...


Pero, ¿Encontrarían la salida?


¡A saber!


-Creo que está amaneciendo, veo una lucecita desde aquí...-Grone entrecerró los ojos, buscando.


-¿De verás? ¡Ah, sí....la luz! ¡La echaba de menos!


-¡Entonces es por allí!


Corrieron hacia aquel débil rayo de luz, esperanzados.


Abrieron otra puerta, por dónde sí que podría haber pérdida.


La luz se reflejaba de una pequeña ventana abierta, sin cortinas ni nada por el estilo en la que, efectivamente, estaba amaneciendo.


Lilith fue la primera en asomarse. Aquel ventanuco era tan pequeño que no cabía nadie más.


-Dinos, ¿qué ves?


-Paciencia, paciencia, que estoy mirando....


Sacó una mano por la ventana y la agitó.


-Ya, ya...este sitio me suena....


-Venga, madame, déjeme ver.


-Vaaale, ahora le toca a la francesita.


Ivette sacó la cabeza por la ventana.


-Cuidad0o francesita, no saques la cabeza que te vas a caer.


Cuando lo hubo visto todo, se apartó y dejó que Grone se asomara. Asomarse, porque era tan grandote que no podía asomar la cabeza por aquel ventanuco.


-Entonces...-Lilith salió corriendo-¡por allí!


Los otros dos la siguieron. La siguieron cuando encontró las escaleras.


La siguieron cuando las bajó a la velocidad del rayo.


La siguieron incluso cuando se abalanzó hacia el portón que probablemente conduciría hacia la salida.


Pero no la siguieron cuando la perdieron de vista.


Se quedaron quietos porque no tardaron en escuchar un grito....


...Y les invadió el miedo cuando alguien regresó. Pero no era Lilith.


Y ojalá lo hubiera sido.


Uno tras uno, fueron saliendo de aquel portón, rodeándolos a una velocidad asombrosa.


...Grone se preparó para atacar...


...pero eran demasiados....


-¡ARRGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHH!


Intentó batirlos como si fueran un ejército normal y corriente. O sea, ¡batirlos como si fueran patos! Uno por aquí, otro puñado por allá, un par de golpes bien dados, muchos placajes...


Al principio bien caían fácilmente, pero eneguida se levantaban, sus heridas se curaban y volvían a la carga.


Grone luchaba con todas sus fuerzas, pero no lo lograba y a medida que pasaba el tiempo se iba cansando más y más, una y otra vez.


Entonces a Ivette se le ocurrió una idea.


´Mientras aquellos seres estaban ocupados con Grone, se dedicó desesperadamente a buscar algo, cualquier cosa afilada que pudiera encontrar. Lo que sea.


¿Una piedra afilada?¡Al fin!¡Rápido! La cogió e, intentando no vacilar ni temblar, acercó la piedra a su mano.


Se cortó con ella rápidamente, viendo como los chorros de sangre caían al suelo. Entonces murmuró unas palabras, y aquellos chorros de sangre se comenzaron a mover, formando un nombre, una firma de sangre.


Ivette había firmado su nombre con sangre.


Entonces alzó los brazos en un extraño gesto, un círculo con los brazos.


A su alrededor sintió frío, sintió mucho, mucho frío mientras se iba abriendo poco a poco la entrada maldita que ella misma estaba convocando.


Esperó concentrada, concentrada e impaciente a que se abriera del todo.


"Vamos, vamos...¡por favor date prisa!"


Al fin se abrió.


-¡GRONE!¡EMPÚJALOS AQUÍ!¡RÁPIDO!


Grone la miró asombrado.


-¡MÁS TARDE TE EXPLICO PERO HÁZLO YA!


Por suerte entendíó rápido. Haciendo acopio de una valerosa resistencia, fue placajeando a un buen puñado, empujado y pegando, hacia aquella entrada. A duras penas logró empujarlos, y más porque aquellos seres parecían tener una vaga noción de lo que aquello era. No eran tontos , desde luego, y se resistieron con todas sus fuerzas.


Suerte que Grone logró empujarlos. luego fue a por otros, otro puñado y otro puñado más...


Cada vez era más difícil sobre todo por los gritos de los que ya estaban dentro.


Pero al fin lo logró.


Ivette soltó la barrera en cuanto el último entró. Y cayó al suelo de rodillas. Estaba agotada, aguantar la entrada durante tanto tiempo era un delirio...


Pero no estaba tan cansada como Grone. Respiraba hondo, orgulloso de su victoria, pero cayó al suelo enseguida, herido y agotadísimo.


Pero se levantó enseguida.


-Vamos, tenemos que rescatar a la señora Lilith, ¡deprisa!


Cogió a Ivette del brazo y salieron corriendo a buscarla.


Atravesaron el portón sin miedo alguno, sin pensar en la siguiente trampa, en el siguiente peligro que les esperara ahí detrás.


Lo único que les preocupaba era rescatar a Lilith, y de paso, encontrar la salida.


-Tenemos que encender una vela, no se ve nada.


Era cierto, todo estaba completamente oscuro tras aquel portón, no se veía practicamente nada.


-Bueno...-Grone se sacó un machete de la muñeca, y con un rápido golpe a la pared consiguió una buena antorcha.


-Vaya, gracias.


Grone sonrió orgulloso, y siguieron caminando. O mejor dicho, corriendo.


Tampoco se oía nada, iban por un pasillo casi a oscuras y silencioso, silencioso como la mismísima muerte...


Pero Ivette casi tenía la certeza de que les encontrarían. Habían armado mucha bulla en el momento de la pelea.


Demasiada bulla, ella lo presentía, y bastante cerca...


-Más puertas, más estúpidas puertas....-gruñó Grone.


Iluminó con enfado las puertas que habían encontrado.


Se encontraban en un pasillo lleno de puertas. Había tanta puerta que daba miedo escoger. ¡Sólo un milagro les permitiría dar con la puerta adecuada! ¿Quién sabe?Quizás habría más de una salida, o algo que les condujera hacia Lilith.


Ivette probó con la puerta más cercana, Grone cogió directamente la que estaba al final de aquel pasillo. La puerta más pequeña...


Salieron enseguida, espalda con espalda, cerrando las puertas con fuerza.


-Mejor probar con otra.


-Sí...mejor otra.


Probaron con otras puertas. Nada.


Otras dos...nada...en una de ellas se escuchaban gemidos.


-¿Y si miramos ahí?


Grone la miró algo escandalizado. Pero luego pensó que, siendo una dama como era, quizá no...


-Un discreto vistazo....


Abrió la puerta con lentitud, temiendo que le oyeran. Los gemidos se oían bastante más fuertes, y por suerte, no parecieron darse cuenta de cuando Grone les iluminó brevemente con al antorcha.


Recorrió toda la sala con la antorcha y luego, algo asqueado, retrocedió.


-Miremos por más puertas, aquí no hay nada que ver.


-¿Pero por...?


-Créame, de veras que no hay nada que ver.


Cerró la puerta rápido como un rayo, ráìdo pero silenciosamente.


Aunque no era apenas necesario porque los gemidos eran cada vez más fuertes. Tan fuertes que ocultaban cualquier otro sonido.


Incluso con la puerta cerrada.


Estuvieron un rato igual, hasta en una de las puertas...


-¡Venga, Grone!¡Aquí hay algo!


Grone corrió hacia la puerta.¿Qué habría?


-Pero esto...¿qué es?


Una brisa fresca les dio en toda la cara.


-¡Grone...esto debe de ser la salida!


Grone lo miró con atención. Sí, se pensó algo aliviado...debe de ser la salida...


-Vaya usted, Madame,salga usted de aquí y déjeme aquí, o espéreme en el sitio más seguro, yo tengo que rescatar a la señora Lilith,


-No sea tonto, ¿no ha visto cómo está? ¡Tiene que descansar!


-¡No hay tiempo, a saber lo que estará pasando ahora la señora Lilith!


Y, antes de que tuviese tiempo de contestar la cogió por los hombros y la empujó hacia aquello que creía que sería la salida.


Por suerte, la salida no se podía abrir desde fuera, aquel era un portón demasiado pesado.


Fuera estaría más segura, pensaba Grone. En su estado no podría defenderla y salvar a Lilith al mismo tiempo.


Siguió abriendo puertas y más puertas, hasta que encontró una habitación que no iba a un sinsentido. Subió las escaleras de caracol que ofrecía esa puerta y se perdió en la oscuridad...


-¡GRONE. ABRE!.gritó una y otra vez pero acabó por rendirse. Normal. Dejarla fuera, en un lugar como ese era lo más seguro para mantenerla a salvo, era lo que cualquier caballero haría.


Era hermoso...todo lleno de luz... Pero había un pequeño problema, un problemita en el que ninguno de los dos había caído.


Aquella no era la salida.


¿Cómo iban a saberlo, si aquella brisa, , todo lo que habían visto fuera...todo era tan hermoso?


Aquello era un jardín ilusorio. No tenía más remedio que volver a abrir el portal.


Entonces se le ocurrió una idea.


Aún guardaba el pedrusco en su ridículo. Lo cogió, y en la mano hizo una segunda firma de sangre. Esta vez fue más rápido, el portal no tardó en hacer su aparición.


Se concentró, mucho, con todas sus fuerzas, y, pensando en Lilith, cerró los ojos y cruzó el portal.






Salió rápidamente y soltó el portal que la dejó caer al suelo mientras desaparecía en un pequeño estruendo.


Perfecto.


Se levantó, observando todo lo que había a su alrededor.


¿Qué sería aquello?Debía de ser la cocina. ¡Una cocina medieval! En aquel momento temía que hubieran hecho una especie de viaje en el tiempo y estuviesen en la Edad Media. Esperaba y deseaba de todo corazón que las Brujas del Destino pudiesen viajar en el tiempo. Pero no, no podía ser...


Entonces su estómago rugió. Riendo para sus adentros, se preguntó cuanto tiempo habrían pasado sin comer. Por si acaso, y deseando que nadie lo echara en falta, metió unos trozos de pan blanco en su ridículo. Y uno lo llevó en la mano. Mejor prevenir.


Vamos a ver, busquemos por la cocina a ver si la encontramos.... si encontramos al menos alguna pista... pensaba ella, mientras miraba Nada, no había nada en la cocina, y mientras salía por la puerta no podía evitar mordisquear el pedazo de pan que llevaba en la mano,estaba hambrienta.


No había saciado su hambre del todo ni mucho menos, pero se sintió mucho mejor después de haberse tragado aquel trozo de pan. Ya ya estás aquí


aquí espera una vez más


una vez más para que llegues


ven ven aquí


la hora es lo incierto


y lo incierto la verdad


no sabes lo que te ofrezco


no cierres los ojos a la verdad


huye, huye y ven aquí


tengo algo que ofrecerte....


¡Menudo susto! Ivette se cayó al suelo de espaldas del susto.


Pero era una bonita voz la que había cantado aquello. Una imagen cruzó por su cabeza por un instante, pero la desechó de inmediato. ¿Aquí, en un lugar cómo este? No era posible.


No, desde luego que no.


Pero tendría que averiguar de dónde provenía aquella dulce voz. Con disimulo siguió el camino de aquella voz. Pero...


...descubrió que sus temores se cumplían...


¡Una sirena!


¿Pero qué pintaba una sirena en aquel lugar? ¡Para colmo!


Porque Ivette odiaba las sirenas. Con toda su alma.


Con disimulo, (y desagrado) se fue acercando a ella. Pero a pesar de sus esfuerzos, la pilló.


Y peor todavía, la reconoció…


Veo algo por aquí…


Veo a alguien por aquí…


Una chica Delaga me espía,


Me espía una una y otra vez


Preguntándose por mi presencia


Pero me pregunto yo,


¿qué hace ella aquí?


¿Qué derecho tiene a deambular por estos dominios?






¿Y eso te pregunto yo?


Sólo quiero hacerte una pregunta


Una sola pregunta


Y te dejaré en paz






La Delaga busca respuestas


Y veré si se las puedo dar


La conozco bien


Así que debo dudar


Pero pregunta que


Te escucho






Por Merlín, como odiaba el canto de las sirenas…. Algunas se hacían las simpáticas delante de las mujeres, para luego…


-¿Has visto por casualidad…pasar por aquí a una mujer llevada por un montón de…?-dio rodeos para recordar cómo se llamaban aquellos bichos. No lo recordaba.


-¿…por un ejército?


¿Un ejército de qué?


¡Dios, no era necesario canturrear tanto!


-¡De las miles de criaturas que tenéis en este castillo, caramba!


-Hay muchos ejércitos aquí, así que tendrás que ser algo más precisa.-canturreaba bastante menos, pero su voz sonaba con una extraña petulancia musical.


-Pues…a ver si lo entiendes bien así…


Criaturas blancas como la luna


Hermosas como el alba


Y feroces como Belcebú


Desconocidas para mí


Criaturas de abajo


Del piso anterior


Donde nos atacaron


Y se llevaron a Lilith…






-¡Para!-Ivette se calló y esperó…¿Has dicho Lilith?¿De veras has dicho Lilith?¿O sólo una hija de Lilith?


-Sí, he dicho Lilith pero es una hija de Eva.


-Entonces creo que puedo ayudarte-no, no lo haría, e Ivette lo sabía. En sus ojos veía la promesa de una jugarreta.


Una jugarreta de las buenas.


-Una lástima…-dijo con algo de exquisito dramatismo.-Sí, he visto a una mujer pasar por aquí con dos vellasicios.


-O sea que se llaman así…susurró Ivette para sí misma


-La llevaban en volandas, inconsciente, y creo que era una vodaccia…¿me equivoco?


-No, no te equivocas.-respondió Ivette.-¿Por dónde fueron?


-Todo recto, no tiene pérdida-Tras decir esto, se sumió en su nueva canción, mirando al vacío. A saber que estaría pensando…


Decidió hacerle caso, Por supuesto, no perdía nada por probar así que siguió todo recto, con la esperanza de que sus sospechas fueran falsas, infundadas. Pero entonces….


-Oh, me parece que…-se giró hacia la sirena.-no me lo has dicho todo.


Espera la Delaga


Que se lo diga yo todo


¿piensa acaso que le he mentido?


Debería mirar bien


Abrir los ojos


Y averiguar ella solita


El paradero de ese amigo desconocido


De aquella oleada que se esconda tras la puerta


¿dónde esta?


¿por qué te lo tengo que decir?


Es más


¿Por qué tendría que dejarte pasar?


No tengo órdenes de nadie


Pero aunque pienses que no te conozca


Lo veo


Veo tus intenciones


Tus oscuras y no tan oscuras pesquisas


Pasarán a otro grado,


Pero simplemente te digo:


¡Aur revoir! ¡Nos vemos en el otro lado!


¿Qué, y eso por qué? ¿Qué había hecho ella? Se quedó allí paralizada, por la sorpresa y por el terror, sintiendo como sus esperanzas se iban abajo en un solo instante.


-Ni se te ocurra.


-No me hagas reír.


Se río con ganas, sintiendo como todo el poder del mundo fluía en ella. De su diadema se sacó una perla, la más pequeña, que se confundía con su pelo, y susurrándole una letanía de palabras incomprensibles, la soltó alborozada, esperando que pasara lo que ella sabía que iba a pasar.


Oh, oh. Cada vez hacía más frío en aquel lugar. Ivette sabía lo que iba a pasar, por eso, en cuanto lo comprendió, hizo acopio de un valor que no era suyo y salió corriendo hacia delante, dispuesta a escapar.


-Oh, no, tú no te vas…-canturreó la sirena, cortándole el paso.


Demonios, ¿eso era una pared invisible? ¿Qué más da? Lo único importante era que necesitaba huir, y cuanto antes. Tic tac tic tac…


El hielo es agradable para algunos, desagradable para otros muchos y mortal para quien cae en sus garras. Sobre todo para quien cae en las garras de ese hielo.


Pero peor aún es cuando ese hielo se convierte en agua. Y requetepeor todavía es cuando esa agua es la furia de alguien que te odia. Cuando ese odio es ancestral.


-¡No!-Ivette se tapó la boca con las manos. No encontraba la puerta.


Tenía que huir, tenía que huir, no podía esperar… hacia el fondo del pasillo, quizás el único camino posible. Sentía cada segundo como una intensa cuchillada, a cada segundo se le iba helando más y más la sangre, cada pulso del poco tiempo que le quedaba…


No podía ser…estaba al borde de un abismo, y pronto caería en él, lo sabía demasiado bien, y el subidón de adrenalina lo empeoraba sobremanera.


Con desesperación trató de abrir la puerta de final del pasillo, pero fue imposible, estaba cerrada. La otra estaba igual. Y la otra… ¡la última! Dios santo, aquella era la última…


Ivette no se lo creía…pero muy desgraciadamente para ella, no le dio tiempo a pensar ni hacer nada más antes de que aquella avalancha se la tragara…


Y como en un sueño lo único que les quedaba era esperar que la suerte les salvara. Se entregaron al capricho de la suerte, esperando, soñando y deseando que la suerte y la Divina Providencia tuviera compasión de ellos y de sus almas…


O que al menos les diesen alguna respuesta.






Los caprichos del destino son así de raros, casi siempre nos juegan malas pasadas. Como la que estaba a punto de cruzarse en su camino.


El muchach0o iba refunfuñando por el camino. Parecía increíble que le hubiese derrotado una niñata, ¡una niñata!(olvidando que eran mayor que él..)


Sus pasos resonaban muy fuerte por el pasillo, como una canción en la cresta de la ola. Prácticamente estaba hecho un basilisco. Si las miradas matasen…


Ni siquiera lo habían apaciguado los gritos del piso de arriba. Vaya, parece que Jandbelle había pillado a otra víctima, una persona incauta o lo que fuera… Sería uno de los prisioneros, seguro. Necio era el que intentaba escapar de allí, al final acababa encontrando la muerte. O algo peor, la entrada al Refugio de Judas.


Pensar en el Refugio de Judas le puso de peor humor. No estaba muy fino aquel día.


Vamos, vamos, date prisa. Se iba diciendo a sí mismo.


-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!


Retrocedió. ¿Pero qué demonios sería eso? Se acercó unos pasos, agudizando el oído. Sería mejor que viera lo que pasaba arriba.


Corrió derecho al piso de arriba. Pero, de alguna forma, se dio cuenta de que debía retroceder. Porque, tras oír un golpe agudo, de cristal chocando, sintió frío, y al sentir aquel frío se dio cuenta de lo que estaba pasando…justo a tiempo para huir de la avalancha que corría directa hacia él.


Logró encerrarse en la habitación más cercana, cerrando la puerta justo a tiempo para sentir como se estrellaba el hielo…¿o era nieve? ¿Qué demonios habría hecho Jandbelle?


Eso se preguntaba, cuando algo interrumpió su pensamiento. Afuera debía de helar, pero el calor de aquella habitación contrastaba de una forma un tanto extraña.


Enseguida averiguó la causa.


Era la entusiasmada pareja, que ni se dio cuenta de que alguien había entrado y sobre todo, pillado con las manos en la masa. Y nunca mejor dicho.


Y…normal que no se dieran cuenta de nada.


Al muchacho le hubiera encantado no darse cuenta.


Porque, como ingrediente más para colmar la gota al vaso de su agotada paciencia…descubrir algo que hace ya tiempo que sospechaba. Justo ahora.


Eran sus hermanos, que estaban…


Furioso, les tiró un libro. Nada.


Entonces no tuvo más remedio que meterse en la cama y sacarlos de la cama por las orejas.


-¡AAAAAAH!


Los sacó de la cama a rastras, sin importarle un comino su estado de desnudez.


No quiso tener esa imagen grabada el resto de su vida, así que cerró los ojos y les ordenó que se vistieran.


-¿Qué haces aquí?


-¿Y me lo preguntas a mí? Eso os tendría que preguntar yo, hijos de Satanás. ¡Incestuosos de pacotilla!


-No sueñes que…-su hermano no sabía que decir, pero tenía que hacer algo.


-¿No me irás a decir ahora que no es lo que parece? Por favor…¡sí me han entrado ganas de vomitar! Mira-se llevó las manos a la garganta, dramatizando un poco.


Ambos le buscaron una explicación, una excusa convincente. Pero la verdad…no la había.


Entonces decidieron escapar, al menos para ganar tiempo…


-¡No, ni se os ocurra ir por ahí!


Su hermano se giró.


-¿Por qué?


-Pues porque mientras vosotros estabais dale que te pego en la cama una loca decidió inundar el pasillo con nieve hielo… ¡o lo que sea que sea eso! –el muchacho pegó un cozazo en el suelo, como los caballos.


-¿Hielo? Por favor, ¡apartaos!-gritó la hermana, apartando a su hermano-amante de un golpe de cadera.


Con grandilocuencia se colocó a tres pasos de la puerta. Sólo le bastó pronunciar tres extrañas palabras para poder escuchar como tras la puerta se oía un extraño sonido de algo estrellándose, hasta cristalizar.


Abrió la puerta y salió. Sus hermanos la siguieron, sintiendo el frío en contraste con el calor que había en la habitación… La hermana no parecía notarlo, al parecer estaba acostumbrada al hielo. Y se sentía feliz en aquel pasillo lleno de trocitos de hielo derritiéndose, algunos cristalizados.


Se volvieron a escuchar los gritos. El muchacho se asustó esta vez, y su irritación cesó. Olvidó de repente el mal regusto de la derrota, el descubrimiento de sus hermanos en la cama…su sensación de debilidad…todo.


Aquel grito helaba el alma, el alma y la sangre, y lo sobresaltó sobremanera, mucho más que a sus hermanos, que se cayeron al suelo del susto.


-¿Qué pasará…ahí arriba?


-¡Vamos a verlo, YA!-El muchacho salió corriendo derecho a aquel pasillo, sispuesto a averiguar de una maldita vez lo que pasaba.


-¡ESPERA, PUEDE SER PELIGROSO!-Le gritó su hermano-¡VUELVE AQUÍ AHORA MISMO!


Salió corriendo tras él, y su hermana le siguió, asustada. Conocían de sobra los peligros del castillo. Pero tras aquel grito se ocultaba algo más, o al menos eso es lo que demostraba la reacción del pobre muchacho.


Pero cuando subió las escaleras que conducían a aquel pasillo se llevó una desagradable sorpresa. Se chocó contra un muro implacable que lo empujó escaleras abajo, dándose un buen golpe.


-¡Aaargh!-rugió dolorido-¡Más hielo!


Era otro muro de hielo.


La hermana lo miró sorprendida.


-¿Cómo es posible?


-¡Por lo que más quieras, deshace eso rápido!


-No sé yo…-se acercó al muro de hielo y lo palpó, no muy segura de sí misma. Lo palpó, lo arañó, colocó su oreja en él para escuchar algo. Entonces se apartó, apesadumbrada.-No se puede pasar por aquí.


-¿Por qué no?-el muchacho se había abalanzado sobre su hermana para zarandearla, desesperado (ni él mismo sabía por qué)


-Es el hielo de Arestes-susurró su hermana con tristeza. –Es el hielo más fuerte que existe. No puede derribarlo absolutamente nada. Es más, podría estar a más de diez mil grados de temperatura y seguir tan campante. Lo siento, chicos, yo no puedo hacer nada.


-¿Nada de nada?


-Sólo puede deshacerlo la persona que lo ha convocado. Y ya sabéis como es Jandbelle.


-¿Estás segura de que ha sido Jandbelle?-El hermano-amante la miraba con curiosidad.


-¿Quién sino iba a hacer una tontería semejante?


El muchacho corrió hacia el muro y gritó.


-¡JANDNBELLE!¡JANDBELLE!¡QUITA ESO DE UNA PUÑETERA VEZ!


-¡Malhablado!


Su hermano no le hizo caso.


Entonces se oyó otro grito desgarrador. Luego, silencio. Un silencio total.


-Esto no me gusta….


-Apartaos-dijo el muchacho con firmeza-Apartaos ahora-su tono de voz era tan firme que ellos se apartaron, expectantes y asustados.


No estaba seguro de que fuera a funcionar pero…¿qué más daba? Valía la pena intentarlo.


Respiró hondo y, mirando al horizonte, pronunció unas palabras incomprensibles, acompañadas de un extraño movimiento de invocación. Tenía un aspecto majestuoso y aterrador mientras cumplía aquel rito, hasta sus hermanos le tuvieron miedo.


Luego, finalmente y en un tono meloso y tajante, dijo.


-Ya sabes lo que tienes que hacer.


Entonces se levantó un viento enorme que traía consigo algo más que bloques de hielo. Algo que se convirtió en fuego, en una entrada de fuego que abrió el bloque de hielo.


El muchacho pasó sin decirles nada. O mejor dicho, corrió, porque el tiempo corría y aquello no duraría eternamente. Sus hermanos le siguieron, con el alma en vilo.


A medida que avanzaban se iban dando cuenta que aquello que apartaba el fuego se convertía el agua, aún cuando, mirando atrás, sólo vieran hielo y más hielo.


Entonces el muchacho se detuvo. Lo que vio hizo que su alma se sobrecogiera. ¡Aquello era demasiado! Incluso para alguien cómo él.


Sus hermanos llegaron tras él. Ambos miraron lo que tenían enfrente, la hermana sin mostrar sorpresa alguna….

miércoles, 28 de octubre de 2009

El barrio de la sangre

 Y, por supuesto, no nos salvamos.
-Kevin, házlo.
 No tenía otra. Pero tonto de mí...¡ay de mí! Me negué. Seguí resistiendo casial final Dios mío, ¿por qué lo hice? ¿Por qué lo hice?
 -No nos dejas otra alternativa.
 Y cogieron a mi hermana. Separaron a Lucy de mí, mientras ésta gritaba e intentaba escapar.
-¡KEVIN, KEVIn!






 Grité, grité como nunca.Podía sentir como me quedaba sin sangre, me empezaba a marear.
-Lo siento, Kevin. No puedo no te permitiré morir.
 Le mordió con más fuerza. Y yo me debatí con más fuerza pero nada, era igual que debatirse contra un muro.
 Finalmente me soltó. Y la oscuridad me envolvió con toda su fuerza.
 Me pasé aquellos tres días sumido en la oscuridad. Pero no por ello me libré del dolor. Era más fuerte si cabe. Demasiado fuerte.  Tuve que soportar como el fuego me lamía y me achicarraba, atrapado en la oscuridad de una muerte que no podía llevarme del todo, por mucho que tirara de mí.


 Desperté cuando desapareció el dolor, al principio aliviado porque había salido de aquel infierno. Vi mis ojos rojos, mi nuevo aspecto y la sed. Pero en cuanto que recordé lo sucedido rompí a llorar.
 Al principio la odié por haberme hecho esto, por haberme convertido en un monstruo que no podría morir, y  que acabaría en el infierno...
 Pero la conocí mejor y supe que no debía juzgarla por haber querido salvarle. Es buena, pero siempre le he guardado cierto...rencor por no haberme dejado morir.
 Aún así, tomé una decisión.
 Aprevecharía mi nuea condición para acabar con ellos. Cueste lo que cueste.